Nuestra primera entrada en el Blog, quiere ayudaros a reflexionar sobre el lenguaje utilizado por los adultos y la manera en cómo nos dirigimos a nuestros peques.
Ante cualquier duda consulte siempre a un profesional de la salut, en los casos de Lenguaje, somos los logopedas quienes os podemos ayudar.
¿Cómo es nuestro estilo comunicativo y lenguaje cuando nos dirigimos a nuestros hijos?, intenta responder las preguntas que tienes a continuación…
- ¿Cuántos momentos al día estoy mi hijo/a?
- ¿Cuántos momentos de jugo, cuentos, … me permito estar?
- ¿Dónde se dan estas situaciones?
- Cuando juego con él/a, ¿dónde me coloco?
- ¿Quién lleva la iniciativa de la conversación o la interacción?
- ¿Quién habla más? ¿Yo, o el/la niño/a?
- ¿Cómo es mi ritmo de habla cuando hablo con él/ella? ¿Rápido, normal, lento?
- ¿Cómo es mi entonación cuando hablo con él/ella? ¿Exagerada, normal, monótona?
- ¿Cuál es el tipo de lenguaje y vocabulario que utilizo? ¿Simplificado, normal, demasiado elaborado?
- Cuando el/la niño/a hace una emisión, sea gestual, vocalización, palabra o enunciado, ¿qué hago?
- ¿Qué impresión tengo en cuanto a la toma de turnos en la interacción y conversación? ¿Tomo yo más el turno de conversación que él/a, o a la inversa?
Cuando un adulto y un niño se comunican, se da una situación asimétrica, puesto que el adulto es un comunicador más hábil que el niño. Sin embargo, en general se llegan a entender, porque el adulto utiliza de forma no consciente unas estrategias para estructurar la situación comunicativa”.
¿Qué podemos hacer?
- Interpretar y atribuir significado. El niño se va dando cuenta de que sus conductas tienen una incidencia en su entorno social para que los adultos dé respuesta.
- Detectar señales comunicativas. Los miramos, estamos atentos a lo que hace para detectar sus señales comunicativas. Nos basta un gesto, una sonrisa, un gesto, una expresión facial, una vocalización, para responderle con alegría, imitándole, preguntando algo, comentando, siguiendo aquella conversación temprana.
- Reparar las incomprensiones. En las primeras etapas los adultos utilizan estrategias como ofrecer modelos comunicativos correctos de la palaba y/o expresión erronia sin hacer consciente a los peques de su error. Si el peque dice “-a pa”, el adulto de manera paral·lela, repite “- quiero más pan”.
- Crear rutinas. los niños normalmente disfrutan de unas interacciones rutinarias cotidianas y repetidas, como la hora del baño, las comidas, el vestirse y desvestirse y los ratos de juego y cuentos. Todas estas rutinas tienen un alto grado de predicción y ayudan al niño a aprender las reglas de la conversación y, de este modo, a hablar
- En el momento del baño, podemos hablar del agua, el sabor, la temperatura, los olores, además de potenciar la autonomía estableciendo un juego de turnos. Al vestirse, nombramos la ropa, podemos hablar de que le gusta más, el estadio del año en que nos encontramos… El momento de la comida, nombrar los alimentos, el color, el sabor, la temperatura, comparar qué comida le gusta más o menos…
Cómo podemos favorecer la intencionalidad comunicativa del niño:
Para que el niño pueda tener intencionalidad y tomar la iniciativa la actividad debe ser interesante y significativa para él y se le debe dar el tiempo suficiente para que pueda iniciar la conversación.
¿Qué pasos podemos seguir?
1- Miradlo a la cara
2- Observadle
3- Esperar (es la herramienta más poderosa y muchas veces la más olvidada).
4- Escuchar (aunque sepamos lo que nuestro niño quiere decir o está diciendo, hay que dejar que acabe. No le interrumpamos, ofreceremos autonomía y mirada de capacidad).
La mirada de capacidad daría para hablar en otra entrada del blog, así que tomamos nota.
Actitudes a EVITAR:
- Forzar para que hable
- Pedirle aclaraciones sobre lo que ha dicho de forma reiterada, sin prestar atención a sus aspectos no verbales.
- Corregir constantemente (tanto en positivo como negativo)
- No escuchar y responder antes de que termine las frases.
- Hablar de forma «piloto automático» sin escuchar los intereses o deseos intrínsecos de los niños.
- Forzar para tener un discurso más complejo, forzar para terminar las frases…
- Mostrar angustia hacia su lenguaje
- Hacer comentarios cuando acaba de hablar, justificando que no se le entiende o que todavía no se expresa bien.
Actitudes a POTENCIAR:
- Escuchar, observar y esperar
- Interpretar las actividades no verbales que realiza. Ayudando de forma positiva a construir su discurso.
- Dejar espacio y tiempo para potenciar los roles y los intercambios comunicativos.
- Crear rutinas y momentos de comunicación, en los que el adulto está disponible y accesibles.
- Hacer uso de nuestro querido SILENCIO.
- Hablar de forma tranquila, con una producción clara, pero sin caer en errores de infantilizar.
- Poner palabras a sus acciones (habla paralela).
- Mostrar interés y satisfacción por lo que dice o expresa.
- Ofrecer feedbacks positivos.
- Mostrarnos tranquilos, aunque el niño necesite mucho tiempo para comunicar.
Entrada en el blog realizada por el equipo de Logopédia.
Marta Sánchez y Bea González
Información extraída del Método Hanen,
Para más información y ante cualquier duda consulta siempre a un profesional del Lenguaje.